jueves, 8 de enero de 2015

Jirón de la Unión

Cómo empezar a escribir esto sin la frase célebre "vamos a gironear".

De niño me acuerdo que era uno de los lugares que más me gustaba ir, mi madre me llevaba los fines de semana a caminar por aquellos lares, me acuerdo de los manjares oriundos como los churros artesanales o más aún los angelitos negros, los recuerdan, era la versión de beso de moza de Winters.

Ni hablar de todas las novedades que se vean por ahí, me acuerdo que una vez a los 8 años me compraron un mini piano del tamaño de una caja de chicles, se conectaba con un cablecito al equipo y se tocaba, me duro un mes, en fin.

Lo que más me gustaba de ir por allá era el almuerzo, no habían fast food, pero si pollo broaster, o las salchipapas, y no fui un niño obeso.

Me acuerdo que nos llevaba la santa catalina, la 23 de color verde con franja roja. Yo con mi Jean, mis zapatos de charol y una chompita con un estampado de osito que mi madre me tejía (y en serio mi madre me tejía tantas chompas que yo era en niño más afortunado del mundo con 20000 de ellas de todos los colores y modelos).


Pero sin duda el mayor recuerdo era el piso, que era un tablero de ajedrez gigante dónde cual fichas, nosotros las personas nos movíamos hacia la próxima posición en un juego sin fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario